El PRIDE POSITIVO nace en 2022 con la vocación de llamar la atención sobre la persistencia del estigma y la discriminación asociada al VIH. Pride+ es una iniciativa para poner en valor los 40 años de activismo y resiliencia que, tras más de cuatro décadas desde el inicio de esta pandemia el VIH ha sido vector de diversos cambios sociales, como la petición del matrimonio igualitario.
El 19 de Octubre de 2024 volveremos a salir a la calle, por tercer año consecutivo, para continuar dando visibilidad a las 150.000 personas con VIH que se estima que hay en España, porque «lo que no se ve, no existe», y el VIH es una realidad oculta tras el miedo y el estigma social.
El Pride+ nace de y para las personas que viven con el VIH. Con este macroevento somos un año más el altavoz de sus necesidades, reivindicaciones y lucha por la equiparación de derechos. Ellas han sido el motor y han participado en todas las fases de este evento único en el mundo, desde su diseño hasta su culminación con la multitudinaria marcha que tuvo lugar en octubre de 2022. En esta manifestación, por primera vez muchas personas con el VIH tuvieron la oportunidad de salir a la calle y «salir del armario» del VIH en el que algunas vivían recluidas desde hace muchos años por miedo al estigma.
El PRIDE+ engloba sus actividades en cuatro ejes: Cultura, deporte, formación y reivindicación.
Con la organización del Pride+ hemos conseguido a través de jornadas, exposiciones, ciclos de audiovisuales, obras de teatro, eventos deportivos y una gran manifestación reivindicar a las personas con el VIH como parte importante de la sociedad.
Tenemos la convicción de que promover la VIHsibilidad con la implicación y protagonismo de las personas con el VIH es un acto de dignidad, así como una herramienta esencial para disminuir la discriminación y el estigma.
Por qué hace falta un PRIDE + en España
Visibilidad=Dignidad
Tras 40 años desde la aparición del VIH, el estigma y la discriminación hacia las personas con este virus sigue presente. Siguen existiendo normativas y legislaciones discriminatorias y anacrónicas que limitan sus derechos, así como el acceso a bienes y servicios, a las personas afectadas.
Según datos del último estudio sobre Creencias y actitudes de la población española hacia las personas con VIH (2021):
- El 10 % de los españoles manifiesta que no mantendría ninguna relación con una persona con VIH, un 36.3 % se sentiría incómoda si un compañero de su hijo tuviera VIH y un 8 % sigue apoyando mediadas de segregación para este colectivo.
- Aproximadamente uno de cada trescientos españoles/as vive con VIH, sin embargo, un alto porcentaje de la población manifiesta que no conoce a ninguna persona con VIH. Esto se debe a que muchas personas con el virus no comparten su situación con amigos o compañeros de trabajo por miedo a la discriminación o a perder el trabajo, situaciones que lamentablemente siguen ocurriendo.
- Demasiadas personas con el VIH viven lo que solo tendría que ser una patología crónica como una realidad con sentimientos de miedo, culpa, soledad y auto estigma.
Vivir con el VIH no es, per se, un rasgo identitario, no es algo de lo que sentir o no orgulloso/a/e. Sin embargo, sentimos orgullo por la aportación de las personas con el VIH a la respuesta global a esta pandemia y de las conquistas en igualdad, dignidad y derechos de las poblaciones vulnerables.
En los últimos años estamos siendo testigos del resurgir de discursos reaccionarios, machistas, LGTBIfóbicos, serófobos y xenófobos que pueden suponer un retroceso en esa conquista de derechos, a la vez que vemos el final de esta pandemia cada vez más cerca.
Es hora de que tomemos la voz. Nuestra voz, con ORGULLO POSITIVO.
“Nadie hablará de nuestro estigma cuando seamos VIHsibles.”
LOS ORÍGENES DE LA PANDEMIA DEL VIH HASTA HOY
Hace más de cuarenta años, el 5 de junio de 1981, se diagnosticó el primer caso de sida. Desde sus inicios, la infección por VIH y el Sida trascendió lo biológico para convertirse en un fenómeno político y social con una alta carga moralizante, discriminatoria y estigmatizante, que culpabilizaba a las personas afectadas.
Empezó a denominarse peste rosa, cáncer gay o enfermedad de las cuatro haches, en referencia a los homosexuales, heroinómanos, hemofílicos y haitianos, que eran los grupos de personas a los que se pensaba en aquellos años que afectaba.
La historia de estos cuarenta años de pandemia ha estado llena de luces y sombras. Hemos pasado de aquel lamentablemente famoso slogan SILENCIO=MUERTE que el grupo activista ACT UP tomó como imagen central de la campaña en lucha contra el VIH/Sida, al esperanzador INDETECTABLE=INTRANSMISIBLE, que desde el entorno comunitario se promueve como mensaje para reducir el estigma de la sociedad y autoestigma de las personas con el VIH.
La respuesta al VIH se ha constituido como un catalizador en la conquista de derechos de las minorías sexuales, de las mujeres y las niñas, de las personas excluidas, migrantes, en situación de prostitución, de las personas privadas de libertad, de las usuarias de drogas, del derecho universal a la salud y el acceso global a tratamientos. La respuesta al VIH ha sido desde sus inicios básicamente una cuestión de derechos humanos.