Nuestras vidas rompen prejuicios porque muchas de nosotras fuimos diagnosticadas con una sentencia de muerte, y hoy seguimos vivas. Rompemos el estigma del sida igual a muerte para hablar de VIH, de vida, salud y derechos. Estamos acompañadas de personas con diagnósticos quizás más recientes, pero unidas por la necesidad y con la fuerza conjunta de madurez y juventud. Juntas, conquistamos derechos vulnerados, escribiendo la historia que sin duda marcará el camino al cero estigma en nuestro país en esta tercera marcha del Pride Positivo.
Nuestras vidas rompen prejuicios en este acto de visibilidad conjunta, reivindicando que nuestros derechos avancen hacia la curación médica, el acceso a tratamiento para todas las personas, independientemente de su situación administrativa. Solo con la garantía del cuidado de nuestra salud, la atención al envejecimiento prematuro, el cuidado de comorbilidades y el acceso a todos los tratamientos, cribados y pruebas diagnósticas, tendremos pleno derecho a vivir y morir libres de discriminación.
Nuestras vidas rompen prejuicios frente a la desinformación, los prejuicios y los estereotipos. Aquí estamos acompañadas de nuestras familias, nuestras amigas, nuestras aliadas, haciendo visible el apoyo como respuesta al rechazo, con la admiración frente al estigma y la integración frente a la discriminación.
Estamos aquí, juntas, rompiendo el estigma por todas las personas que están abocadas a vivir sin apoyo, desde la soledad no deseada, con el miedo, el dolor y con la carga del sida social que como una losa aplasta nuestras vidas. Exigimos que cese el daño emocional y social al que el estigma y la discriminación nos condenan. Rompemos el estigma contra la ocultación que nos aísla, entristece, estresa y nos conduce a la depresión. El sida social es dañino, agrava y provoca enfermedad mental.
Nuestras vidas rompen prejuicios frente a la desinformación que encontramos en el sistema sanitario, que nos hiere con crueldad en las situaciones de enfermedad aguda y de mayor vulnerabilidad. Rompemos los prejuicios cuando reivindicamos el acceso a medidas preventivas, terapias PreP y post-exposición y un diagnóstico temprano que acabe con la palabra “sida” de nuestras vidas y de nuestro país.
Nuestras vidas rompen prejuicios en el ámbito laboral, donde, a pesar de nuestra profesionalidad, nos enfrentamos a las barreras de la incomprensión, el aislamiento y la ocultación como única herramienta de defensa. Queremos que la ley blinde nuestros derechos como personas con discapacidad, nos conceda los beneficios justos a quienes tenemos menor esperanza de vida, acceso a una jubilación anticipada y nos proteja ante una incapacidad laboral.
Rompemos los prejuicios cuando manifestamos nuestro deseo de ser madres y padres, formamos familias diversas y educamos desde un enfoque de derechos humanos, en un país soñado libre de violencia machista y opuesto a los discursos de odio y LGTBIfóbicos.
NUESTRAS VIDAS ROMPEN PREJUICIOS. ROMPE EL ESTIGMA.