Cuando una persona recibe un diagnóstico positivo de VIH, todo parece que se hunde. Contra eso nació el Programa Pares, de la Coordinadora Estatal del Sida (Cesida). Los médicos cumplen un papel fundamental, pero la persona con VIH necesita algo más. Ese más son los educadores pares: profesionales que han pasado por la misma experiencia y acompañan a quienes acaban de ser diagnosticados en los hospitales de referencia. Personas que muestran con su ejemplo la normalidad de vivir hoy con el virus. Desde su puesta en marcha, y gracias al éxito de la iniciativa, este programa se ha utilizado como modelo para ayudar a personas con otras patologías.
Aunque cumplen funciones distintas, los médicos especialistas y el Programa Pares trabajan de la mano. En cuanto el médico da el resultado a la persona, inmediatamente le pone en contacto en el mismo centro hospitalario con educadores que también tienen VIH. Esto tiene su explicación. “Las intervenciones se realizan en el contexto hospitalario porque es importante coordinarnos entre educadores, personal clínico y Cesida. Además, es mucho más fácil para esta persona: no tiene que ir a ningún otro sitio, sale de una consulta y va a otra sin que nadie sepa nada”, explica Reyes Velayos, presidenta de Cesida. Y añade Velayos: “Se trata de dar una visión actual de lo que es vivir con VIH. Si te lo cuenta una persona con VIH y ves que lleva una vida normal, el suelo se deja de hundir”.
Este artículo pertenece a EresVihda, un proyecto de Gilead.
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