CESIDA califica de esperpéntica la acción de un parque de bomberos madrileño ante un caso de VIH

• Iniciaron un proceso de activación de los recursos Nuclear-Bacteriológico-Químico para descontaminar trajes.
• Piden responsabilidades por “el episodio de nerviosismo y ansiedad que ha provocado esta situación a bomberos y familiares”.

Desinfectando los trajes. Imagen: Cedida
Desinfectando los trajes. Imagen: Cedida

La Coordinadora estatal de VIH y sida, CESIDA, denuncia los hechos ocurridos el pasado martes 14 de abril en el Parque de Bomberos de Parla, tras la atención a una persona con VIH que resultó herida en un accidente de tráfico.
La intervención, según los propios bomberos, se produjo siguiendo las medidas de prevención universales, se apoyó en tareas sanitarias y volvieron al parque. Una hora más tarde recibieron una llamada del SUMMA para informar de que la persona atendida vive con VIH.
A partir de este momento, y según las mismas fuentes, comienza una situación que CESIDA considera lamentable y absolutamente desproporcionada, ya que se puso de baja operativa a toda la dotación que participó en la intervención, y “más ridículamente” incluso a aquellas personas que no habían atendido a la víctima del accidente de tráfico.
A continuación se inició un proceso de activación del parque de Las Rozas de los recursos NBQ, Nuclear-Bacteriológico-Químico, que son utilizados para proteger de la exposición directa ante agentes químicos, biológicos y para evitar el contacto con partículas radiactivas.
Ante esta “esperpéntica situación” y dada la escasa posibilidad de transmisión del VIH en este caso, el presidente de CESIDA, Juan Ramón Barrios, cuestiona la formación que poseen los responsables de las intervenciones con riesgo biológico de este parque de bomberos.
Barrios denuncia este “evidente despilfarro de recursos materiales y humanos”, y pide responsabilidades a la Jefatura de Bomberos de la Comunidad de Madrid por “el episodio de nerviosismo y ansiedad que ha provocado esta situación a bomberos y familiares”.
Y añade que, “a nivel social este tipo de prácticas contribuyen a crear alarma social y a aumentar el estigma hacia personas que viven con VIH, esta situación nos hace rememorar la época de desinformación cuando comenzaban a conocerse los primeros casos de VIH en los años 80, situación superada hace ya muchos años”.

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