En 2021 se han cumplido cuatro décadas desde que se notificaron los primeros casos de lo que posteriormente se denominaría oficialmente como síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Desde sus inicios, la infección por VIH y el Sida trascendió lo biológico para convertirse en un fenómeno político y social con una alta carga moralizante, discriminatoria y estigmatizante que culpabilizaba a las personas afectadas.
Desde entonces, muchos han sido los logros conseguidos en la lucha contra esta enfermedad y en la mejora de la calidad de vida de las personas con VIH, pero aún queda mucho por hacer. En este sentido, la Coordinadora Estatal de VIH SIDA (Cesida) ha querido incidir, un año más, en la necesidad de seguir trabajando por la consecución de los objetivos marcados por ONUSIDA para 2025 y por el reconocimientos de los derechos de las personas con el VIH.
En un año marcado todavía por la pandemia de la covid-19, Cesida promovió la priorización de la vacunación para las personas con el VIH y, como resultado de este trabajo, en abril de 2021 se priorizó a las personas con VIH inmunodeprimidas (< 200 CD4) en la 5.º actualización de la estrategia de vacunación frente a la covid-19.