El Comité Antisida de Valencia subraya que ser mujer refuerza la discriminación laboral

El Comité Antisida de Valencia ha elaborado su balance del año 2017 en cuanto a orientación laboral y ha concluido que factores como ser mujer, haber estado en prisión o haber consumido drogas contribuyen a una mayor discriminación laboral.
El comité ha recogido en un comunicado que, en el caso de las mujeres, se produce discriminación especialmente si se trata de madres solteras, migrantes, gitanas, con diversidad funcional, si han ejercido en algún momento de su vida la prostitución o han sufrido de violencia de género.
El Servicio de Atención Laboral del Comité Antisida de la Comunidad Valenciana, que trabaja con personas en riesgo de exclusión social y/o VIH, ha atendido en 2017 a 74 personas, entre ellas 32 mujeres, lo que implica un aumento de participación del colectivo femenino de un 6 por ciento respecto a 2016.
Sin embargo, de las 15 personas que han conseguido introducirse en el mundo laboral tras haber llevado a cabo un itinerario personalizado de inserción sociolaboral, solamente cuatro han sido mujeres.
Esperanza Giménez, coordinadora del Servicio de Orientación Laboral, ha apuntado que más del doble de las mujeres que atienden «tienen estudios superiores respecto a los hombres, pero tras la intervención laboral son mayoritariamente ellos quienes consiguen un trabajo».
Asimismo, del total de mujeres atendidas con estudios superiores, un 50 por ciento son de origen extranjero que no han podido homologar sus títulos académicos, «lo que denota la doble dificultad a la que se exponen las mujeres migrantes», según la organización.
Del total de mujeres participantes en los recorridos de inserción, el 86 por ciento viven en hogares monoparentales con menores a su cargo, un dato que explica las limitaciones para la participación de actividades formativas respecto a los hombres y el sobreesfuerzo que para ellas supone asistir a las sesiones, talleres e intervenciones individuales.
Por lo general, las personas que participan en los recorridos de inserción en el Servicio de Atención Laboral viven en hogares donde ninguna otra persona trabaja, lo que afecta a la cobertura de sus necesidades básicas de alojamiento y alimentación.
«Si además de las limitaciones económicas, se suma un grado de discapacidad y una infección de transmisión sexual de carácter crónico, como es el VIH, las posibilidades de acceso al empleo se estrechan, principalmente por el estigma previo que supone la diversidad funcional y el VIH en el ámbito laboral», han señalado desde el comité antisida.

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