Investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y del Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM) de Mozambique han descubierto que la IP-10, una quimiocina hepática producida en procesos inflamatorios, sirve como biomarcador para monitorizar la respuesta al tratamiento de tuberculosis en pacientes con VIH.
Según la investigación, que publica la revista ‘Scientific Reports’, la cinética de IP-10 durante la primera semana de tratamiento de la tuberculosis se asocia con la confirmación bacteriológica del diagnóstico en pacientes con VIH, lo que abre la vía a un mejor diagnóstico y manejo de la tuberculosis en estos pacientes.
El ISGLobal ha recordado hoy que la tuberculosis sigue siendo un gran problema de salud a nivel global (alrededor de 10,4 millones de nuevos casos estimados en 2016), «pero las herramientas disponibles para el diagnóstico y manejo de los pacientes son poco óptimas».
Los métodos de diagnóstico tienen limitaciones: el análisis de esputo tiene una baja sensibilidad, los ensayos de cultivo tardan varias semanas y los criterios clínicos son poco específicos.
Por ello, existe el riesgo de que casos clínicamente diagnosticados comiencen tratamiento sin tener la enfermedad, o con la terapia incorrecta en caso de tener una tuberculosis resistente a fármacos.
Según el investigador de ISGlobal y primer autor del estudio, Alberto García-Basteiro, «de ahí la importancia de contar con ensayos rápidos para confirmar el diagnóstico de tuberculosis y monitorizar la respuesta al tratamiento».
En este estudio, los autores quisieron determinar si los niveles de IP-10 se asocian con confirmación bacteriológica del diagnóstico y buena respuesta al tratamiento en pacientes VIH-positivos.
El estudio se llevó a cabo en Manhiça (Mozambique), donde el 40 % de los adultos están infectados por VIH y la incidencia de tuberculosis es muy elevada.
Los investigadores midieron en un total de 127 pacientes que iniciaban tratamiento por tuberculosis pulmonar los niveles de IP-10 durante la primera semana y al final del segundo mes de tratamiento.
A todos ellos se les hizo análisis de esputo, cultivo y amplificación molecular como parte de la estrategia diagnóstica.
Los resultados mostraron que los pacientes bacteriológicamente confirmados fueron aquellos que tenían niveles más elevados de IP10 al inicio del tratamiento, y una reducción más pronunciada tras 7 días de tratamiento, comparado con pacientes clínicamente confirmados.
«La predicción del estatus bacteriológico basada en la cinética de IP-10 fue correcta en 2 de cada 3 casos, por lo que creemos que la IP-10 representa una herramienta prometedora para evaluar la respuesta al tratamiento antituberculoso, también en pacientes con VIH», ha indicado García-Basteiro.
Agencias