Frente a la culpa, insomnio, ansiedad, depresión… atención integral

Es lógico que cualquier diagnóstico que nos den relacionado con una enfermedad crónica genere un impacto muy profundo. En el caso del VIH, hay que sumar el sentimiento de culpa que muchas veces aparece y el miedo a la estigmatización. Pero no sólo se trata del primer impacto emocional. A lo largo de la vida de las personas con el virus, el insomnio, la ansiedad, la depresión o la tristeza son factores de riesgo continuos.

Otro factor que hay que tener en cuenta es que, en la fase aguda (inicial) de la infección, las enfermedades oportunistas pueden afectar al sistema nervioso: el propio VIH puede causar daños neurológicos. Y, a lo largo del tiempo, la incidencia puede verse agravada por la eventual neurotoxicidad de los tratamientos antirretrovirales. “Es imposible separar las alteraciones en el sistema nervioso del virus, que hace a las personas más vulnerables, de otros factores como el estigma, la discriminación y la violencia que sufren las personas con VIH”, señala Javier Curto, psiquiatra del Hospital Universitario La Paz de Madrid.

Aunque existen dificultades y problemáticas asociadas al momento vital, uno de los principales retos hoy es el abordaje de estos trastornos en personas con VIH mayores de 50 años. ¿Por qué? Curto explica que las personas mayores “presentan mayor riesgo de aislamiento social y menos posibilidad de participar en entornos sociales”. Y añade: “Es más frecuente que tengan que enfrentarse a estresores como una peor salud física, la pérdida de seres queridos, un mayor estigma, discriminación…”

“A lo largo del tiempo algunos de estos síntomas se hacen más evidentes, la fragilidad de los individuos hace que, en algunos casos, la salud mental genere limitaciones funcionales que afectan tanto al paciente como a su entorno”
Juan Manuel Tiraboschi. Hospital Universitario de Bellvitge

Lee la noticia completa en: eresvihda.es

Artículos relacionados